El director Sam Raimi se toma un descanso de la expectación mundial, obtenida a partir de entregar su versión del popular comic Spiderman, para retomar fílmicamente el género que lo diera a conocer en la década de los 80, el terror.
Arrástrame al infierno tiene los elementos de terror, farsa y comedia que caracterizan a la trilogía El despertar del diablo, y que fueran un parteaguas en el género ya que incluye personajes y situaciones cómico farsicas que desacralizan la naturaleza macabra esperada para una cinta de terror, sin perder oportunidad para generar sobresaltos y tensión a la audiencia.
La película no es una obra maestra del género, pues presenta situaciones predecibles y clichés (oscuridad, música estruendos, espíritus chocarreros y deformes) con marcada influencia de El exorcista (William Friedkin 1973), sin embargo el humor negro de Raimi y un inesperado giro de tuerca le dan una frescura al guión que pudo haber pecado de ordinario en manos de otro realizador.
El filme no es un festín de efectos especiales, como ocurre en cintas modernas en los que parecen ser los protagonistas. Raimi ofrece una cinta de horror de la vieja escuela, y hay que recordar que en sus inicios, el director, no contaba con presupuesto para filmar El despertar del diablo y que incluso tuvo que ser grabada en un periodo de tiempo largo obligado a parar la filmación por falta de recursos. Esos inicios se ven reflejados en esta historia ya que el filme es honesto, no pretende ser un clásico o un blockbuster en taquilla, es una cinta personal de Sam Raimi, muy buena, nada más.
Destaca la participación de la mexicana Adriana Barraza (Amores perros, Babel) en el papel de Shaun San Dena, la vidente que lucha contra Lamia y pretende ayudar a Christine a deshacerse de la maldición.
Si te gustan las cintas de terror de antaño, date una vuelta por tu cine favorito a ver Arrástrame al infierno, que se estrena a nivel nacional el día 21 de agosto.
Por Lex.
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