lunes, 11 de abril de 2011

Un día en los oficios de la calle


En el México prehispánico los oficios ya estaban perfectamente ordenados y ubicados. Las divisiones entre las diferentes ramas no sólo permitían el buen desarrollo de los trabajos, sino también la recaudación de impuestos y el control de las producciones.

A la llegada de los españoles, la influencia de las ordenanzas era cosa de todos los días, lo que se sumó a la ya existente organización en nuestra sociedad y cultura.

Muchos de estos oficios comenzaron a propagarse conforme pasaba el tiempo. Así, artesanos de campos diversos empezaron a salir de sus "cotos" para buscar al cliente por las calles. De esta forma se nos acercaba el panadero, el camotero, el voceador, gritando sus consabidos mensajes, acompañados cada uno, de una melodía específica; y si no se involucraba la música, sí el ritmo y el tono que enmarcaba cada oficio.

El Museo de Arte Popular evoca diversos "oficios" de la época de los 60s. Cómo no acordarse de: ¡fieeeeerro vieeejo que veeeendaaaan!, del grito mañanero de ¡paaaaan!, de las famosas campanitas del carrito de paletas o del silbido del de camotes; sonidos cada día más raros y escasos, voces de la calle, gritos del barrio, sonidos espectaculares, estructuras musicales que han ido perdiendo espacio ante el aterrador avance del "progreso".

Maistro ¿Y si no puede? ¡se lo invento! Un día en los oficios de la calle, recrea espacios que descansan en la memoria de nuestros abuelos, -en algunos de nosotros... quizá- pero que tristemente tienden a desaparecer, a silenciar nuestros barrios, a despersonalizar nuestra ciudad, a perdernos en el universo del anonimato y del egoísmo.

La exposición temporal se presentará a partir de este 26 de marzo y hasta el 5 de junio del 2011.

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